INDICE
LA CARIDAD
LA HUMILDAD
EL AMOR
EL PERDÓN Y SUS BENEFICIOS
LA GRATITUD Y SUS BENEFICIOS
LA CARIDAD
A nivel general se entiende por Caridad la actitud solidaria con el sufrimiento ajeno, pero es necesario trascender este concepto para llegar a tener plena consciencia de lo que realmente es. La Caridad es una de las grandes manifestaciones del amor verdadero, y por lo tanto debe ser algo normal para todo aquel que haya desarrollado su espiritualidad.
Para que la Caridad sea auténtica, es necesario que se lleve a cabo de una manera sencilla, espontánea, humilde y sincera, de forma desinteresada.
Una de las prácticas más comunes dentro de la Caridad es la de dar limosnas, que suele materializarse en forma de dinero. Todo esto se presta muchas veces a confundir lo que es la Caridad de lo que no lo es. Es requisito indispensable que el que de limosnas, no piense en obtener ninguna recompensa por ello, no buscando en ningún momento el reconocimiento público, la admiración de los demás y menos aún de aquella persona objeto de su desprendimiento. Son muchos los Maestros espirituales que han advertido sobre esta cuestión. Incluso el propio Jesús, criticó explícitamente esta actitud, cuando en un pasaje del Evangelio, dijo a sus discípulos: “Cuidad de no practicar vuestra justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos; de lo contrario no tendréis recompensa de vuestro Padre Celestial por tanto, cuando hagas limosnas, no vayas tocando la trompeta por delante como hacen los hipócritas en las sinagogas y por las calles con el fin de ser honrados por los hombres; os aseguro que ya han recibido su paga".
El que hace un acto de Caridad deberá también evitar ofender de alguna manera la sensibilidad del mendigo o pobre, pues no sólo se trata de darle un objeto material, sino que debe ir acompañado por una manifestación de Amor. El menesteroso debe sentir que es eso realmente lo que se le está dando. Esto es lo que no comprenden algunas personas vanidosas y arrogantes, quienes en el fondo desprecian al pobre que recibe su limosna.
También debemos tener en cuenta cuál es la mejor forma de ayudar a los demás, puesto que hay muchas maneras de hacerlo; no sólo se trata de dar limosnas, sino a cada cual lo que más necesite. Hay personas que están carentes de comprensión, cariño, compañía, etc., a las que a veces les basta con un simple gesto de amor para aliviar su pena o dolor. Otra forma de practicar la caridad podría ser ayudar a recorrer su senda (marga) a quien precisa de esa ayuda. No olvidemos que no sólo podemos ofrecer bienes materiales, sino también espirituales.
Es muy importante para todas las personas, y especialmente para las que hacen un camino espiritual, tener muy claro el verdadero significado de la humildad, para así poder conseguir que ella se manifieste en todos los momentos de su vida. Quienes creen que la humildad es sinónimo de austeridad o ascetismo, se equivocan, pues se puede ser muy pobre, y nada humilde. No es una cuestión de renunciar o no a los bienes materiales, sino de tener una actitud positiva correcta. La humildad es lo contrario de la soberbia y de los sentimientos opuestos al amor en general. Por lo tanto, si queremos ser humildes es imprescindible que desarrollemos dentro de nosotros el amor a todo lo creado, y muy especialmente a nuestros semejantes. Por supuesto que la humildad contiene en sí misma la modestia y por lo tanto el desapego a lo material, siendo verdad que la persona humilde no pone su corazón en las cosas, sino en su desarrollo espiritual, pero estamos hablando de algo más profundo, tratándose de una actitud positiva integral que elimina toda negatividad en nuestras relaciones con los demás.
La humildad es pues la capacidad, cualidad, virtud, o como queramos llamarla, de ser tolerantes y muy respetuosos con las ideas y creencias de los demás; de no creer que somos mejores o superiores a los demás; de ser conscientes de nuestras limitaciones, de nuestra ignorancia, de nuestros defectos, y de nuestros errores. La persona humilde reconoce sus carencias espirituales y está siempre dispuesta a mejorarlas. Es capaz de reconocer los méritos y valía de otras personas, aceptando con agrado los consejos que otros puedan darle en su propio beneficio, y agradeciendo toda la ayuda que pueda recibir. Porque la persona humilde es muy agradecida, desterrando de su forma de ser la ingratitud. Valora muy mucho lo que otras personas puedan hacer por ella, y guarda en su corazón un eterno agradecimiento.
Ser humilde es no permitirse la libertad de juzgar a los demás, y mucho menos de erigirse en juez para condenarles, por lo que la maledicencia y por supuesto la difamación, no tienen cabida en la vida de la persona que practica la humildad. La humildad tampoco es compatible con la ambición y con la vanidad. La persona humilde está siempre dispuesta a ayudar a los demás en la medida de sus posibilidades, sin esperar nada a cambio, porque no está condicionado por el apego y el egoísmo.
La humildad pues no es algo sencillo ni superficial, como muchas personas creen. No se es humilde sólo por usar ropas sencillas, por vivir en una modesta casa, y por no dejarse llevar por el consumismo. Todo esto no significa absolutamente nada si no se es una persona positiva que trabaja para erradicar de sí misma los sentimientos opuestos al amor. La humildad en resumen no se mide por las formas, sino por el fondo, el cual cuando es como tiene que ser, se manifiesta en actitudes y acciones positivas.
Debemos tener presente que la verdadera humildad es fundamental para una vida mas feliz.
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