LA DIFAMACIÓN

 LA DIFAMACIÓN

Hablar mal del prójimo es sin duda uno de los defectos más grandes que una persona puede tener. Esta actitud negativa alimentada por la costumbre de entrometerse en la vida de los demás, es una de las más reprobables. En nuestra sociedad desgraciadamente se considera como algo natural el cotilleo, el hacer comentarios sobre lo que las demás personas hacen. Esta práctica es ciertamente incompatible con un camino de desarrollo personal, sobre todo con un camino espiritual. El respeto a la intimidad de cada cual, y a su libertad, es algo que brilla por su ausencia en nuestros pueblos y ciudades. Lo grave es que la mayoría de la gente lo ve como algo propio de la naturaleza humana, y por lo tanto algo inevitable con lo que todos hemos de convivir. Pero una cosa es un simple comentario sobre un hecho llamativo, y otra cosa es la crítica destructiva que sólo sirve para hacer daño.


Hay mucho trabajo que hacer para educar a la gente y hacerle comprender que el vivir la propia vida dejando que cada cual viva la suya como quiera, es algo imprescindible para una sociedad positiva. Claro está que nos referimos a hechos o actitudes que no representan una amenaza o un daño para las demás personas. Lo que hay que aprender es a no juzgar y mucho menos condenar a los demás. La mayoría de las veces los que más critican son los que menos autoridad moral tienen para hacerlo.

Si quieres ser una persona positiva, deberás evitar por todos los medios hablar mal de los demás, en ningún caso alentar a los que difaman prestando atención a sus cotilleos, y aprender a no perder la serenidad por muy mal que hablen de ti. Cuídate de aquella persona, por muy amiga tuya que sea que suela hablarte mal de otra, pues de la misma manera que lo hace de ella, puede hacerlo en cualquier momento de ti. El que acostumbra despellejar al prójimo con su mala lengua, no hace distinciones y cualquiera puede ser víctima de su bajeza.


Nadie tiene derecho a difamar a nadie, aunque lo que diga se base en un hecho cierto. Obviamente, la difamación es aún peor si se basa en la calumnia, y muchas veces así es.


No consientas que nadie se acerque a ti para difamar al prójimo, no caigas en sus redes, no te dejes arrastrar por su negatividad. Evita escuchar las habladurías, porque éstas generan vibraciones muy negativas que pueden desarmonizarte y hacerte daño. Además, no olvides que los difamadores no son gente de fiar. Nunca, nunca te hagas eco de las habladurías, porque en tal caso tú también te harás acreedor a los perjuicios que esto produce, y por lo tanto no podrás ser una persona plenamente feliz. Por el contrario, escucha a los que hablan en forma positiva, y hazte eco de esas positividades. Cuando un difamador se acerque a ti, dile que no puedes atenderle, que tú vives tu propia vida, que bastante tienes con tu lucha particular, como para andarte metiendo en la de los demás. De esa manera conseguirás dos cosas muy importantes al mismo tiempo: darle una lección al maldiciente, y protegerte de su influencia negativa que sólo puede traerte sufrimiento.

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